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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Terapia Craneosacral

La terapia craneosacral deriva de la osteopatía y es una técnica manual sutil que permite al terapeuta trabajar sobre todas las estructuras del cuerpo: sistema nervioso central y parasimpático, membranas durales, huesos, líquidos, músculos, fascias, órganos, etc. utilizando para ello un tacto sutil, no invasivo ni intrusivo.
Es una terapia suave basada en el movimiento rítmico y coordinado de los huesos craneales y el sacro, y consiste en la liberación de las posibles restricciones a dicho movimiento.
En la terapia craneosacral es el cuerpo el que se expresa, y el terapeuta solo ha de esperar la información que envía el organismo del paciente. Este responde al tratamiento dando paso a sus propias fuerzas de autosanación que le llevarán a su estado natural de salud.

Nuestros estados emocionales se registran en el cuerpo
En nuestro cuerpo se puede leer nuestro estado mental y emocional. Nuestros estados emocionales, ya sean de estrés, excitación, represión..., se van a reflejar en patrones y posturas musculares características. Incluso los traumas físicos y emocionales del pasado están reflejados en nuestros tejidos, lo que denominamos«nudos de energía»Las personas que han tenido algún trauma guardan la memoria de esos eventos traumáticos en el cerebro y en el cuerpo. Frecuentemente, esta memoria se expresa en síntomas de numerosas enfermedades psicosomáticas, desorden de estrés postraumático, pesadillas y miedos, pensamientos negativos y comportamientos disociados. El cuerpo de una persona “con trauma” está «desconectado» y contiene una gran tensión. Es aquí donde las terapias bioenergética y craneosacral son especialmente útiles.
Los «nudos de energía», cristalizaciones o somatizacones emocionales, son áreas de disfunción corporal que se manifiestan como obstrucción a la eficiente conducción de energía a través de los tejidos del cuerpo (principalmente las fascias). La función normal del cuerpo se ha inhibido en esa área y el cuerpo se debe adaptar a esa actividad desorganizada. Puede ser resultado de: traumas físicos, invasión patógena, disfunción fisiológica, problemas mentales y sobre todo, bloqueos emocionales.



Toda la información del cuerpo está en el sistema fascial

Las fascias son los tejidos conectivos que mantienen unido al cuerpo. También envuelve, sin excepción, cada estructura del cuerpo (nervios, huesos, músculos, órganos,…).
Todas las partes del cuerpo están interconectadas por la fascia. Las pautas anormales de tensión en la fascia se pueden transmitir desde una parte del cuerpo a otra. El organismo se comporta como una sola unidad desde el  sistema fascial.
La fascia corporal permite los movimientos corporales sutiles y fisiológicos, mostrando poca resistencia. Permite la rotación rítmica interna y externa del cuerpo entero de acuerdo con la actividad de flexión y extensión del sistema craneo-sacral.

El papel del tejido conectivo
Aunque la inercia psicológica se puede manifestar en cualquier parte del cuerpo, parece que el tejido conectivo juega un papel especialmente importante en el almacenamiento de estas experiencias como memorias de los tejidos. La interconexión de fascias a lo largo del cuerpo ofrece un medio muy apropiado para el almacenamiento de las energías emocionales atrapadas. Por ejemplo, la rabia contenida puede manifestarse en un diafragma restringido como tensión en el plexo solar, que a su vez puede conducir a problemas digestivos y dolor de espalda. La interconexión de las fascias mantiene esta situación. Cuando se accede a estados de equilibrio en los tejidos fasciales, las fuerzas inerciales que mantienen este tipo de contracciones pueden resolverse. Habitualmente, en ese momento, las emociones asociadas afloran a la superficie y pueden ser liberadas.

La memoria de los tejidos
Nuestras emociones, actitudes y patrones de estructura y función se reflejan, estimulan y mantienen entre sí. Las experiencias emocionales y las creencias psicológicas dan forma a los tejidos del cuerpo y estos, a su vez, nos predisponen a expresar ciertas emociones y actitudes. El cuerpo y la mente se sostienen mutuamente.
Cuando los pensamientos y emociones fluyen libremente, nuestras experiencias pueden ir y venir sin apegos. Sin embargo, las experiencias psicológicas repetitivas o que nos sobrepasan pueden volverse inerciales y, de este modo, almacenarse en el cuerpo en forma de memoria en los tejidos. Las terapias craneosacrales y bioenergéticas son una gran herramienta pra la liberación de esta memoria.
Según Ken Dychtwald, el cuerpo se convierte en «un almacén de emociones y creencias». Las fuerzas inerciales que quedan atrapadas pueden mantener las memorias en los tejidos mucho después de que el suceso estresante haya ocurrido. De este modo, las emociones siguen repitiéndose cíclicamente sin llegar a resolverse. Consecuentemente, una zona fascial contraída (bloqueo o nudo energético) puede estar compuesto por una serie de capas distintas: puede contener una contracción que afecta al movimiento de tejidos y fluidos, junto con emociones asociadas que han quedado envueltas en los tejidos y, a su vez, todo ello estar siendo mantenido por fuerzas subyacentes que se han vuelto inerciales.

La liberación de las emociones
A menudo las emociones y actitudes son los elementos que juegan el papel más importante en el mantenimiento de la inercia de los tejidos. Esta inercia sólo se podrá disipar si encontramos los recursos, el espacio y las habilidades para liberar las experiencias atrapadas. El elemento fundamental del tratamiento craneosacral o bioenergético reside en crear las condiciones que permitan soltar esas experiencias.
Este proceso en ocasiones implica tomar conciencia de la emoción asociada con la inercia, pero no siempre es necesario. Muchas veces, las cosas se "disuelven" si estamos preparados para ello. Por otro lado, la recapitulación de las emociones traumáticas, en lugar de ser un acto terapéutico, puede retraumatizarnos, si no tenemos los recursos para revivir estas experiencias manteniendo un claro sentido de nosotros mismos. Las dinámicas craneosacrales o bioenergéticas hacen que el proceso sea siempre de liberación, si el terapeuta es experimentado y tiene un determinado nivel de conciencia.
El tejido fascial tiene la memoria de los tejidos del cuerpo  y nuestro propósito como terapeutas es percibir los bloqueos o nudos energéticos y las zonas de débil o nulo movimiento respiratorio primario y así  detectar las huellas de las lesiones. El proceso de autocuración del cuerpo se encargará de hacer el resto.
La escases y la falta del movimiento respiratorio primario (energía vital) en distintas partes del cuerpo denotan un bloqueo energético y un fulcro inercial. Ese bloqueo energético es debido  en la mayoría de los casos a una falta de asimilación de procesos mentales y emocionales. Según la zona bloqueada y por tanto con un fulcro inercial, denotara una emoción sentimiento en particular.

El cuerpo como una unidad integrada
La Terapia Craneosacral es una forma de trabajo corporal suave que tiene sus raíces en la medicina osteopática. La medicina osteopática se basa en tres contenidos fundamentales de filosofía y práctica.

El primer contenido es que la estructura y la función están recíprocamente inter-relacionadas. En otras palabras, el modo en que la estructura del cuerpo se mantiene afecta al modo en que funcionamos, y viceversa. 

El segundo contenido importante es que el cuerpo es una unidad integrada, tanto en su estado de salud como de enfermedad. Esto significa que el cuerpo no se puede dividir, ya que una parte influencia la otra, y hay que considerarlo como una totalidad unificada.

El tercer contenido es que el cuerpo es capaz de autosanarse; en otras palabras: el cuerpo tiene las capacidades innatas de curarse si se dan las condiciones adecuadas para que los mecanismos de curación se manifiesten.


Cómo es el desarrollo de una terapia craneosacral
La terapia cráneosacral se basa en unos conocimientos de fisiología articular, fisiopatología de sistemas membranosos, circulatorios, neurológicos, entre otros para  explicar los movimientos producidos por la bomba hidráulica del líquido cefalorraquídeo. 
Los terapeutas cráneo-sacrales pretendemos que esta bomba hidráulica funcione correctamente y para ello utilizamos unos toques terapéuticos suaves que en la mayoría de los casos son a través de nuestra intención, o sea, sin contacto o presión alguna. Nuestro toque terapéutico está basado primero en la sensibilidad para escuchar a la bomba hidráulica del líquido cefalorraquídeo por todo el organismo y posteriormente, a través de nuestra intencionalidad, regular este sistema hidráulico. 
Usamos el impulso rítmico craneal, o movimiento respiratorio primario para seguir esa fluctuación energética por el aura de la persona y, asi percibo cinestésicamente los nudos de energía o quistes energéticos. Una vez localizado ese torbellino de energía retorcida y, que puede adoptar diferentes formas y tamaños, se procede a su disolución y limpieza. Después de tiene que recargar la zona del aura afectada y, volver a realizar esta sanación en los próximos dias, para asegurar que esa zona del aura quede reflejando correctamente las mareas internas del ser humano.

Si fortalecemos el campo de energía humano,
la salud integral e innata del ser humano
se realiza de forma automática.

Con estas técnicas a aplicar se obtienen resultados verdaderamente asombrosos y, que con cualquier otra terapia manual directamente en el cuerpo, parece una labor ardua, sino imposible.
Esta terapia se fundamenta en sanar y limpiar el campo de energía humana y dejar que el cuerpo-alma-espíritu realice los ajustes necesarios en el cuerpo físico. 
En la terapia craneosacral las manipulaciones se realizan con contactos muy ligeros; gracias a estas técnicas de “inducción” se ayuda el cuerpo a reequilibrarse y se liberan bloqueos energéticos y físicos, partiendo del principio de la autocuración.
En esta terapia escuchamos el lenguaje del cuerpo. Sintiendo, entendiendo y respetando ese lenguaje y respondiendo de manera apropiada como apoyo en el estímulo de autorregulación y equilibrio del cuerpo, el organismo muestra una inteligencia inherente para autosanarse.


Terapia cráneosacral: el ritmo del cerebro
El sistema nervioso (central periférico) es el sistema más complejo y, si cabe, más necesario para el funcionamiento de cada parte del cuerpo y para su integración global.
En el desarrollo embriológico, la naturaleza ha protegido a este sistema mediante una serie de envolturas y corazas. Siguiendo un orden, el primer sistema de protección son unas fundas membranosas llamadas meninges, formadas por tres capas: duramadre, piamadre y aracnoides. En su interior flotan en líquido cefaloraquidio el cerebro, cerebelo, tálamo etc. y toda la médula espinal hasta el sacro. Además, en el interior del cráneo estas membranas se han replegado formando la hoz del cerebro y la tienda del cerebelo. Así, se entiende que son un continuo desde la cabeza hasta el sacro e incluso se prolongan hacia los nervios.
El segundo sistema de protección sería la coraza ósea: cráneo y columna vertebral hasta el sacro-coxis.
En la terapia cráneosacral se trabaja precisamente con estas meninges, en cualquier punto de su extensión y también más allá, con la fascia, con lo cual ya podemos vislumbrar el gran abanico de posibilidad terapéuticas que esta terapia nos aporta. Como hemos dicho, aunque la terapia craneosacral ponga especial énfasis en el segmento cráneo-sacro (como su propio nombre indica), no se queda ahí, va “más allá de la duramadre”, trabaja también con la fascia de todo el cuerpo, con las vísceras etc.
Esta terapia nace con los trabajos que realizó el Dr. Sutherland a principios de siglo sobre los movimientos de los huesos craneales, sus disfunciones y patologías asociadas. Esto le valió el título de “padre de la osteopatía craneal.” el Dr. John Upledger siguió investigando, extendiendo sus conclusiones, al resto del organismo al descubrir el movimiento del tubo dural y el ritmo cfráneo-sacral (RCS). El Dr. Upledger tuvo una experiencia clínica que marco irremediablemente el nacimiento de esta terapia. En su labor médica profesional se vio en la situación, junto con un colega neurocirujano, de tener que operar a un paciente que sufría un extraño cuadro de mareos, dolores, pérdida de memoria y psicomotricidad, etc. mediante resonancia magnética el neurocirujano le detectó una calcificación en el tubo dural a nivel cervical alto. En la intervención quirúrgica el cirujano tenía que raspar la calcificación con mucho cuidado mientras que el Dr. Upledger se encargaba de mantener firme y tenso el segmento duramadre afectado. Pero ante su propia frustración y sorpresa, una labor en apariencia tan sencilla, le resultó imposible, no podía mantener quieta la membrana, ¡se movía! Y con un ritmo fijo y pausado, diferente a cualquier otro ritmo corporal. Fue a partir de ahí que la mente inquieta del Dr. Upledger empezó a investigar sobre el movimiento propio del tubo dural, al que denominaría ritmo craneosacral, por ser fruto del bombeo del líquido cefaloraquídeo en el inteior de un sistema hidráulico semicerrado (el sistema craneo-sacral).
Desde un punto de vista anatomo-fisiológico, ha sido demostrado que el líquido cefaloraquídeo no esta estancado. Como todo fluido corporal, tiene un sistema de producción y reciclaje, es bombeado y absorbido a un ritmo constante, al igual que existe un ritmo cardiaco y respiratorio independientes. El líquido cefaloraquídeo tiene un pulso propio que va de seis a doce veces por minuto en estado normal y con un movimiento de flexión y extensión. Es bombeado desde el cráneo hacia el sacro bañando todo el sistema nervioso. El terapeuta cránero-sacral con el trabajo diario y su especial tacto es capaz de “sintonizar” con la pulsación del líquido cefaloraquídeo, la cual le indicará si existe o no alguna disfunción de un tejido fascial, muscular etc.

Como entender la terapia craneosacral
BREVE INTRODUCCIÓN A LA OSTEOPATÍA:
Fue en 1.874 cuando aparecieron públicamente los fundamentos filosóficos y prácticos de la Osteopatía, desarrollada por Andrew Taylor Still a partir del enfrentamiento con las excesivas prescripciones por parte de los médicos, de medicamentos, sangrías y demás métodos médicos. Este sistema médico desarrollado por Still nuevo y que integra a todo el cuerpo con la mente y las emociones, lo denominó OSTEOPATÍA.
El método de tratamiento craneosacral fue desarrollado más adelante a principios de los años 30 por W.G. Sutherland, (cuya mayor aportación junto a la aplicación consecuente de los principios de la Osteopatía sobre el cráneo, fue el descubrimiento de un sistema de regulación para el organismo, que se manifiesta con un movimiento rítmico y lento del cráneo) quien al examinar un cráneo fresco diseccionado observó:
  • Que las superficies de unión de los huesos parietales con los temporales presentaban aristas como las agallas de un pez, esto era el reflejo de la movilidad articulada de un mecanismo respiratorio, y le llevó a investigar la movilidad de los huesos del cráneo, aunque los libros de Anatomía decían lo contrario. (es decir que se sueldan y no se mueven.). Estos estudios le llevaron a la conclusión de que las superficies articulares de los huesos del cráneo daban lugar a una estructura hecha para el movimiento, y a este movimiento le llamó movimiento respiratorio primario. Pues empieza en el estado embrionario y acaba unos minutos después del fallecimiento. Entendiéndose respiratorio en el sentido de la respiración de los tejidos que hace que cada célula drene rítmicamente gracias a los sutiles movimientos de este sistema.
  • Que bajo la superficie interna de los huesos del cráneo estaban las membranas intracraneales que coordinaban ese movimiento.
  • Que el sacro está igualmente unido al cráneo por estas membranas que bajan por el canal medular hasta el segundo segmento del sacro, donde se adhieren. (es una unidad funcional de ahí el nombre de Sistema Craneo-Sacro).
  • Que el sacro también tiene un movimiento involuntario inherente entre las dos palas ilíacas. El movimiento que tienen los huesos del cráneo, y que a través del canal medular se transmite hasta el sacro está producido por el Ritmo Cráneo-Sacral.

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